Necesidad y nostalgia: ¿por qué es importante el regreso de ‘The L Word’?
- diciembre 31, 2019
- by
- Sofia Ramos
Una de las noticias más relevantes para los más seriéfilos de la comunidad LGTBI+ fue cuando a principios de año la productora y escritora Ilene Chaiken anunciaba el estreno de la secuela de la serie The L Word, que mantendría el nombre de la original pero con ciertas reformas: The L Word, generation Q.
Como era de esperar millones de fans incendiaron las redes sociales. Si contextualizamos el impacto de esta serie debemos retrotraernos al año 2004, donde la representación del colectivo LGTBI+ era casi nula, con películas poco reseñables como Media hora más contigo, But I’m a Cheerleader, Gia o Mejor que el chocolate, y esto referido a la comunidad lésbica, puesto que la serie The L Word muestra la vida y los amores de un grupo de amigas lesbianas en Los Ángeles.
En los últimos meses, mientras se hacían públicas fotos del rodaje, alguna entrevista o vídeo promocional el debate se ha abierto y se ha cometido el error que se comete al analizar un clásico del cine, esto es, priorizar una perspectiva contemporánea cuando revisamos la historia. Probablemente, si en 2019 viéramos el clásico de Disney La Sirenita, nos escandalizaríamos ante la relación sexista que tiene Ariel con el príncipe Eric o nos echaríamos las manos a la cabeza ante el tratamiento que realiza Pretty Woman sobre la prostitución y el mito del príncipe azul. De esta manera, y con una mirada contemporánea podemos encontrar aspectos reprochables en The L Word, desde la actitud de algunos personajes hasta alguna evolución de la trama.
No obstante, algo que es innegable es que la ficción contribuyó no solo a visibilizar la realidad de muchísimas personas, sino que les otorgó referentes, ¿cuántas parejas han confesado que se plantearon tener un hijo cuando vieron a Bette (Jennifer Beals) y Tina (Laurel Holloman)?, ¿cuántas personas revelaron su orientación sexual y/o identidad de género cuando vieron a la periodista Alice (Leisha Hailey) y a Max (Daniela Sea)?
La juventud encontró a sus referentes y los adultos, por fin, se vieron representados. Lo que no se ve no existe y la serie marcó un antes y un después. Ahora, 10 años después regresa con parte del reparto original, a contar una historia actualizada donde la diversidad vuelve a ser la gran protagonista.
Puede preocupar que, como ha sucedido en otras producciones, la vuelta de Bette, Shane (Katherine Moening) y Alice sea un anzuelo para que los millones de fans de hace una década vuelvan a reunirse en torno al televisor como ha ocurrido con Pretty Little Liars: The Perfectionist o las nuevas Embrujadas, sin embargo, queda claro que estamos ante una nueva generación y eso es algo positivo porque, a pesar de que la comunidad LGTBI+ actualmente cuente con mucha más representación, 10 años después, sigue sin haber una serie con las características de The L Word.
Hay muchísimas expectativas, el regreso de personajes como el de Carmen de la Pica Morales (Sarah Shahi) o Kit Porter (Pam Grier), entre otros; la oportunidad de demostrar esa mirada actualizada, sobre todo, en lo que al colectivo trans se refiere y las distintas realidades que se quedaron en el tintero. Los espectadores serán exigentes y tienen sus razones. Y aunque, particularmente nunca he sido partidaria de las segundas partes, teniendo en cuenta el contexto político-social a nivel global y, especialmente, en Estados Unidos, considero que The L Word: generation Q debe volver a formar parte de la parrilla televisiva porque no está demás que en épocas convulsas nos recuerden que el amor siempre gana.